Gabriel, delegado de la
primaria 105 – González Catán
Estamos en el Km. 31 de la ruta
3, en González Catán, La Matanza. A 5 cuadras de la ruta se ubica
la Escuela Primaria 105. Los docentes de esta escuela venimos
llevando adelante una lucha permanente desde que se inició el año,
como toda la docencia de la provincia. No sólo contra el gobierno
ajustador de Cristina y Scioli, que paga con el hambre del pueblo la
ya de por sí delictiva deuda externa; sino también contra los
traidores “de adentro”, burócratas de todos los colores (los
Baradel, las Petrocini, los de Udocba) que ya no convencen a nadie de
que representen a los trabajadores de la educación. Dos días
estuvimos elaborando el mandato para llevar a la reunión de
delegados de mañana en el Suteba La Matanza (que hace un año
supimos arrebatarle a la burocracia “celeste” y dirige hoy la
combativa oposición de izquierda). Lo discutimos en rondas de
maestros, en recreos, en pequeñas reuniones en nuestra sala, antes y
después del horario escolar. Todos estos, espacios ganados a la
fuerza, ya que no teníamos uno establecido para tal fin.
El mandato que redactamos es
altamente progresivo: defensa de la educación pública, aumento de
presupuesto, no a los recortes, no al pago de la deuda externa,
reapertura de paritarias, asambleas como forma de resolución,
exigencia a los dirigentes para que salgan a luchar, apoyo y
solidaridad con todos los suspendidos y despedidos, como los de Lear
y Donnelley, entre otros.
El mandato expresa lo que se
vive en todas las escuelas de Matanza: ¡hay que seguir luchando! Yo
insisto en la necesidad de sumar a los padres, hacer una asamblea con
ellos. Algunas compañeras me miran con miedo. “¿Miedo a qué?”,
pregunto. Dicen: “¿y si los padres vienen agresivos?”, “¿y si
nos enrostran todos los días de paro que hicimos?”,”algunos
piensan que somos vagos que paramos para no trabajar”. Insisto. Y
finalmente sale la asamblea conjunta para el jueves 21 de agosto, a
las 11 horas.
Ahora sí… son las 11 de la
mañana. Esta comunidad, como La Matanza toda, que supo ser bastión
de la clase obrera, hoy está muy golpeada. Si recorremos la Ruta 3
desde Gral. Paz hasta Virrey del Pino veremos los restos
arqueológicos de cientos de fábricas que han ido cerrando al calor
de las sucesivas crisis capitalistas que siempre pagan los
trabajadores. Los padres de nuestros alumnos, unos pocos son obreros,
los más son trabajadores precarizados y en negro, algunos otros
viven de los miserables de planes del Estado (algunos de ellos hoy
están pintando la escuela), o simplemente son desocupados que se la
rebuscan como pueden.
Otra vez logramos ganar un
espacio de debate. Dos compañeras con horas especiales resignan su
descanso para cuidar los grados de los dos compañeros que hacemos la
asamblea con los padres. Concurren 35 padres (con una matrícula de
320 alumnos en el turno mañana, son poco más del 10% de los
padres). Perdón, dije “padres”… son todas madres, y muchas con
bebés o niños pequeños.
Me presento como delegado de
los maestros y como tal explico nuestros reclamos sectoriales. Luego,
lo más importante, nuestro objetivo central: la defensa de la
escuela pública. Cuento lo que muchos padres no saben, aunque
presienten: los recortes que viene sufriendo el presupuesto por la
inflación y la devaluación que encarece los costos (la falta de
recursos, tizas, boletines, registros, etc.), el estado de los
edificios de enseñanza (con pozos desbordados con desechos flotando
en los patios, techos caídos, paredes electrificadas, baños
químicos) y el tema que quizá es el que más afecta a nuestra
escuela, ya que este año venimos sufriendo el recorte de los cupos
para los comedores escolares.
El tema de los cupos escolares
es sólo un botón de muestra de la canallada del gobernador Scioli
para con nuestros niños. El ejemplo de la escuela 105 se reproduce
en todas las primarias de la provincia. En una escuela con una
matrícula de 665 alumnos (mañana y tarde) había cupo de comedor
sólo para 520. ¿Cómo? ¿No comían los otros 145 pibes? Claro que
sí. ¿Cómo se le dice a un pibe con hambre “vos no comés”? No
contentos con esto, nuestros gobernantes volvieron a rebajar la
cuota. Este año nos dejaron sólo 430 cupos (sacaron 90) aunque
mantenemos la misma matrícula. Cada cupo representa $ 6.30 (ni un
pancho vale eso). Pero hagamos matemática: $ 6.30 multiplicado por
430 cupos, repartido entre 665 chicos es igual a $ 4.07 por chico.
Poco más de 4 pesos es con lo que se le cocina a nuestros pibes en
cada almuerzo. La mayoría de ellos necesita ese almuerzo y es
su comida básica del día. Como dije arriba... ¡una canallada!
Dejo la palabra a las madres.
Gratamente todas las intervenciones son de apoyo y los únicos
reclamos son en el sentido de resguardar a los niños, recuperando
contenidos. Todos son conscientes de la pauperización del comedor
con su dieta básica de fideos, arroz y lentejas, de cómo
desapareció la milanesa, el pollo y otras carnes. También del
beneficio recibido por las escuelas privadas en desmedro de las
públicas. Las opiniones todas son solidarias con los problemas de
infraestructura de las escuelas hermanas (la nuestra es nueva y no
los tiene). Pronto surgen los problemas sociales que se viven en
todas las familias trabajadoras, y era lógico. Las madres expresan
el problema que representa la inflación, y que en la cocina todo
esta más caro, el miedo a los despidos y la desocupación. Y en esa
situación, la escuela pública es la única posibilidad de educar a
sus hijos. Y surge de ellos mismos, los obreros de la Panamericana
nos dan el ejemplo. ¡Para ganar hay que luchar! Nuestra escuela
también es ejemplo de ello, muchos de nuestros padres han
participado de la lucha para lograr la escuela nueva con piquetes,
cortes de ruta y asambleas hace menos de 10 años.
Nos despedimos con el
compromiso de algunas madres de ir a la marcha de mañana por San
Justo. También el de defender la escuela pública juntos y mantener
la regularidad de las asambleas de padres y docentes. Me llevo la
satisfacción de compartir la lucha con quienes no pueden faltar, los
padres de nuestros chicos. ¿Eran pocos? Puede ser. Pronto seremos
más.
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